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Un perfume no es solo un aroma.
Es una declaración.
Nadie sabe con certeza dónde nace un deseo. A veces, basta un susurro de vainilla en el aire, el eco de un oud persistente o la caricia de una rosa que no se deja ver. Así comenzó ABYAT.
En Dubái —tierra de rituales antiguos y noches infinitas— una idea tomó forma: crear perfumes que no solo perfumen, sino que hablen… y luego se queden en silencio. Fragancias que no buscan aprobación, sino conexión. Que no siguen tendencias, sino que escriben su propio verso sobre la piel.
Porque eso es ABYAT: una palabra que en árabe significa “versos”.
Y eso es lo que somos: poesía olfativa.
Cada composición es una pieza de alta perfumería árabe:
– Concentraciones nobles y duraderas
– Materias primas profundas, casi indomables
– Acordes construidos para perdurar más allá del día
Durante cuatro años, nuestras fragancias fueron un secreto celosamente guardado entre quienes saben que el lujo no grita: susurra.
Hoy, por primera vez, ABYAT llega a Colombia, trayendo consigo un misterio sellado en frascos. Un puente entre Oriente y Occidente, entre lo que se siente… y lo que no se dice.
No somos solo una marca.
Somos esa pregunta que deja el aire después de que alguien se ha ido.
¿Qué era ese aroma?
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